Comentario
La revolución demográfica -iniciada en algunos países en el siglo XVIII- ha sido definida por Lesourd como el paso progresivo de un régimen con fuertes tasas de natalidad y mortalidad a otro de natalidad media y mortalidad baja. Este proceso es un elemento más de un conjunto de cambios económicos, sociales e ideológicos que configuran la sociedad contemporánea.
El descenso de natalidad se explica por una serie de factores económicos (consecuencias de las crisis periódicas, estructura agraria de pequeña propiedad, etc.) y sociales corno el cambio de las concepciones familiares, retroceso de las creencias religiosas y, especialmente, la elevación del nivel de vida que provoca, habitualmente, una búsqueda general de la comodidad y cambios de hábitos y costumbres -como ha puesto de manifiesto Marcel Reinhard-. Una de sus consecuencias será la utilización, por parte de muchas parejas, del control de la natalidad, que se difunde en los países occidentales especialmente a partir de 1870, coincidiendo con la depresión económica, aunque posiblemente sin mucha relación. Esta práctica, por más que parezca una paradoja, no gana, de momento, a los medios rurales, que sufren agudamente la crisis, ni a las clases bajas -lo hará más tardíamente-, sino a las familias urbanas acomodadas de los países más ricos.
A partir de entonces se opondrán corrientes de pensamiento malthusianas, favorables al control de la natalidad, y antimalthusianas. Sin embargo, el hecho esencial que explica el aumento de la población es el descenso de la mortalidad, especialmente infantil, que juega un papel decisivo en la revolución demográfica. El acontecimiento está en dependencia con dos causas:
- Aumento de la riqueza general, como consecuencia de la industrialización, la emigración a otros continentes y la interior del campo a la ciudad (a su vez, al disminuir la densidad agraria, mejoró la situación de los campesinos) y la mejora de comunicaciones, que supuso una mayor facilidad de intercambio de productos y un abaratamiento de éstos.
-Constante progreso de las condiciones médicas e higiénicas, que permiten prolongar la vida humana y que el envejecimiento sea más tardío. Este factor se presenta, en ocasiones, como más importante que el económico.